King Abdullah Stadium. Miles de personas se reúnen en medio del desierto saudí para ver por primera vez a su equipo favorito. Hombres y mujeres, comen y esperan; los jeques mueven millones con susurros en el palco; los jardineros ponen a punto un césped rodeado de arena y los jugadores comienzan a sentir la presión en el pecho. Con todo listo, los periodistas toman asiento en las lujosas instalaciones y se preparan para la difícil tarea de narrar a través de palabras espasmos de emoción futbolística.
Todo avanza con normalidad, las piezas se sitúan en el tablero y solo queda comenzar la partida. Sin embargo, cuando el speaker corea los nombres de los jugadores, se empieza a percibir un murmullo. Poco a poco, este se convierte en silbidos atronadores. Los periodistas, atónitos, tratan de descifrar el origen de aquella monumental pitada a Valverde. No se lo explican. Uno tras otro dan su tibia opinión. Acostumbrados a dar respuestas contundentes a todos los hechos, enmudecen ante esta incógnita sin resolver. ¿Por qué la gente pita a Valverde?
La solución a esa pregunta se presenta como una revelación que muchos no quieren oir o se niegan a hacerlo. Todo el mundo sabe que hay un problema, que algo pasa, sin embargo nadie acaba de dar con la respuesta a tres nombres: Roma, Anfield y Sevilla.
¿Quién tiene la culpa?